El presidente sirio, Bachar al Asad, ha acusado a grupos armados, delincuentes buscados por las autoridades y grupos de pensamiento islámico radical de estar detrás de los incidentes y ser los “responsables de la crisis” que vive el país. Por otro lado, ha apostado por el “diálogo nacional” como “el título de la próxima etapa, un proceso muy importante porque el futuro de Siria depende él”.
En su tercer discurso – en la Universidad de Damasco- desde el inicio de las protestas, que han causado más de un millar de muertos en el país, Asad ha denunciado de nuevo la existencia de una conspiración internacional contra su país y ha anunciado que va a pedir al Ministerio de Justicia que estudie la posibilidad de ampliar la amnistía concedida recientemente por el régimen.
“Es necesario diferenciar las legítimas necesidades del pueblo de los saboteadores que intentan aprovecharse de las legítimas demandas en favor de las reformas”, aseveró Al Asad. “Nos están presionando para que renunciemos a nuestros principios; resolveremos los problemas de Siria por nosotros mismos”, advirtió.
“Falsos rumores”
Según el presidente, desde que comenzaron los disturbios ha habido numerosos “mártires en los dos bandos” y las informaciones que se están difundiendo en el extranjero sobre lo que pasa en su país “se basan en falsos rumores”. “El grupo de hombres armados que cometió la matanza de Jisr al Shughour tenía armas y comunicaciones sofisticadas”, denunció.
“Se están oyendo demandas de la época de los enfrentamientos con los Hermanos Musulmanes”, prosiguió. “Se está pagando a algunas personas para que participen en las manifestaciones”, denunció. “Alrededor de 64.000 personas están buscadas por las autoridades, aunque algunas ya se han entregado por sí mismas”, agregó.
Resolución de condena
Por su parte, el ministro británico de Asuntos Exteriores, William Hague, ha asegurado a su llegada a la reunión de los ministros de Exteriores de la UE que Asad debe “abandonar el poder” si no acomete las reformas necesarias para democratizar Siria.
Para Hague, el papel de Turquía es “muy importante” y espera que utilice su influencia para trasladar al régimen de Al Asad el mensaje de que “está perdiendo legitimidad”.
Reino Unido y Francia, con el respaldo de EEUU, están recabando apoyos en el Consejo de Seguridad de la ONU para aprobar una resolución de condena al régimen sirio, pero cuentan con el rechazo de Rusia y China, miembros con derecho a veto, y también de otros miembros temporales como Brasil, Sudáfrica e India.
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