El Congreso estadounidense propone una nueva declaración de guerra que autoriza el empleo de fuerzas armadas de EE.UU. en un conflicto sin fin, sin límites y sin un claro enemigo. Hay alarma en las asociaciones por los derechos civiles. El que se ilusionaba pensando que con el asesinato de Bin Laden, los Estados Unidos proclamarían el fin de la “guerra al terrorismo” contra al-Qaida, declarada después del 11 de septiembre de 2001, se equivocaba. Al contrario, Estados Unidos está considerando expandir los límites geográficos, políticos y temporales del conflicto, transformándolo en una guerra global permanente.
En estos días, la Comisión de Defensa del Congreso de Estados Unidos – con una mayoría republicana desde el pasado noviembre- está estudiando el texto de una nueva declaración de guerra que “actualiza” la que se aprobó el 18 de septiembre de 2001. A diferencia del texto antiguo que, en nombre del derecho de legítima defensa, autorizó el uso de la fuerza militar “contra naciones, organizaciones y personas responsables de ataques lanzados contra los Estados Unidos (…) con el fin de prevenir nuevos actos de terrorismo”, el nuevo texto, redactado por el republicano Howard McKeon, describe una guerra sin fin, sin fronteras y sin un enemigo claro. “Los Estados Unidos -dice la propuesta en análisis– están empeñados en una guerra contra las naciones, las organizaciones y los individuos que forman parte o apoyan a al-Qaida, a los talibanes o a las fuerzas aliadas que participan en hostilidades contra los Estados Unidos, contra los miembros de la Coalición o a favor de las citadas naciones, organizaciones o personas.”
La nueva declaración de guerra también autoriza la detención de los enemigos sin límites de tiempo: “El presidente tiene la autoridad para detener a combatientes hasta el final de las hostilidades”.
El texto ha despertado la alarma de todas las asociaciones estadounidenses por los derechos civiles, los derechos humanos y contra la guerra.
En una apesadumbrada carta abierta a los miembros de la Comisión de Defensa, la American Civil Liberties Union (ACLU) y otras veintidós organizaciones pidieron que no se apruebe esta ley que “otorga al presidente unos amplios y prácticamente irrevocables poderes para declarar la guerra, embarcando a los Estados Unidos en una guerra a escala mundial sin un enemigo definido, sin ningún límite geográfico y sin límites de tiempo vinculados al logro de un objetivo”.
“A diferencia de la declaración de guerra de 2001 que autorizó el ataque contra Afganistán y la cacería de Osama bin Laden –se lee en carta de la ACLU– el texto propuesto no menciona un daño específico, como el ataque del 11 de septiembre, o una amenaza específica para el país. Se sostiene que Estados Unidos está en guerra dondequiera que haya sospechosos de terrorismo, independientemente de si existe un peligro real. El Congreso delega en el Presidente poderes absolutos para hacer la guerra, con una amplitud sin precedentes, que lo autorizan a ordenar el uso de la fuerza militar, independientemente de ataques concretos o potenciales contra de los Estados Unidos.”
“La nueva declaración de guerra -continúa la misiva- no especifica los objetivos finales ni los criterios bajo los cuales se restringirían los poderes de guerra presidenciales delegados por el Congreso: los amplios plazos de este conflicto podrían durar decenios. Según este texto, “las Fuerzas Armadas de EE.UU. podrían desplegarse en Somalia, en Yemen, en Irán, en casi todos los países del Oriente Medio, en África y en Asia, y también en países europeos, en Canadá y obviamente, dentro de los mismos Estados Unidos contra los ciudadanos estadounidenses”.
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