En los últimos días corrieron como un reguero de pólvora en toda Europa y Estados Unidos, las repercusiones de un profundo análisis sobre la realidad europea que desarrolló el catedrático Irwin Stelzer, del Hudson Institute, en su columna del Wall Street Journal.
En el mismo, el catedrático definía abiertamente el esquema de ayuda implementado por la UE y el FMI a naciones como Grecia, Irlanda o Portugal como un fraude piramidal propio de libros de texto.
En otras palabras, un nuevo caso Ponzi que necesariamente va a terminar mal.
En la memoria de los mercados está aún fresca la monumental pirámide que armó el ahora presidiario Bernard Madoff.
Pero vale la pena repasar su funcionamiento: se trata de aquellas prácticas financieras por las cuáles se promete a los inversores una determinada rentabilidad sin que el destino real de sus fondos la pueda justificar en ningún caso.
De modo tal que son los nuevos aportantes de liquidez los que, con su dinero, permiten a los promotores de la idea cumplir con el retorno prometido, alimentando de este modo la "credibilidad" y bondad de su actividad y atrayendo nuevos recursos de incautos.
Una estructura que funciona bien mientras fluye el efectivo pero que deviene insostenible cuando éste se seca.
En el caso de los programas de ayuda implementados en Europa para los tres países anteriormente mencionados cumplen con una doble condición:
Establecimiento de medidas estructurales que les permitan corregir los desequilibrios que les condujeron a su precaria situación, y devolución del capital más intereses, fijados a un nivel sustancialmente inferior al exigido por el mercado.
Teóricamente los países que reciben los fondos mejorarán su financiamiento y al aportante no le cuesta demasiado.
Sin embargo, más allá de la finalidad "bancaria" concebida en Estados Unidos, que se ha probado como rentable, surgen dos paradojas sobre esta financiación.
Por una parte, la nueva deuda va a ser utilizada para hacer frente a vencimientos inminentes de deuda.
Esto es: para cumplir con el rendimiento prometido con anterioridad a otros tenedores de sus bonos. Muy parecido a una estructura Ponzi.
Pero no solo eso, ya que con fuertes tensiones internas de caja que amenazan la cohesión social, una parte mayor o menor de la misma irá destinada a hacer frente a los pagos corrientes de las respectivas administraciones internas.
Este uso de los fondos sería justificable si fuera la solución de un mera tensión de liquidez y si la capacidad interna de generación de recursos financieros de los distintos estados permitiera hacer frente al problema de solvencia futura que subyace a su situación.
Pero no es así. Y es ahí donde se entra en el centro de la cuestión, esto es:
La imposibilidad ya matemática y no meramente económica de que las naciones afectadas por los planes de ajuste puedan lograr los superávits para equilibrar sus cuentas.
La incapacidad temporal, debido a sus largos periodos de maduración, de que las reformas estructurales rindan los frutos que de ellas se esperan en el plazo necesario.
De ahí que la palabra restructuración, eufemismo para no aplicar los indecorosos "quita y espera", esté más que nunca encima de la mesa como un planteamiento que afecte a tasas de interés, plazos o ambos a la vez. Para Stelzer, una pirámide Ponzi en estado puro.
En el caso europeo actual, la situación se complica y sus plazos son cada vez más breves.
La pirámide está cerca de llegar a su fin, pero en tanto, los pedidos adicionales de auxilio financiero están a la hora del día.
Grecia pide otros 110.000 millones de euros para no entrar en quiebra, Portugal e Irlanda piden trato igualitario, Italia pone en marcha un nuevo plan de ajuste, España trata de sobrevivir.
Ahora que el mal está hecho es cuando algunos se dan cuenta que dotar con 440.000 millones de euros a 2013, para incluir el riesgo España, un programa tan descabellado como éste tiene poco sentido.
En este contexto, los que hasta ahora financiaron la pirámide se muestran mucho más reacios a seguir haciéndolo. Y quienes tienen invertidos millones de euros, llámese bancos alemanes o franceses, ven con suma preocupación algo que en estos días parece inevitable.
Tan inevitable que en el caso de Grecia ya tiene fecha fija: 26 de junio de 2011. ¿Será el principio del fin de esta pirámide?
Fuente: sott.net
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